La tarde cantaba con sol y calor
melodías de muchas voces
guiries, sudacas, xarnegos, polacos
y pájaros de plumas ajenas
se frotaban los pies
en piedras hirvientes
olisqueándo hedores
profundos
de entrañas revueltas
bajo faldas del tiempo
que la puta de carne y playa
levantaba asiduamente
a la luz del día repente
se avecinaba otoño
las largas sombras
del viento estiraban sus brazos
despertaba la otra puta
la de perfumen y lazos
da igual
eres la misma
déjame morir en tus brazos
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